Dormir bien o mal depende de múltiples factores y son muchas las recomendaciones que transitan de boca en boca para, supuestamente, ayudarnos a dormir mejor u obtener el mayor descanso posible, pero ¿qué es mito y qué es realidad? La neuróloga Betty Pardey de Clínica Somno resuelve el misterio.
“Existen muchos mitos en torno al buen dormir. Escuchamos diariamente recomendaciones que en alguna medida nos ayudan a dormir mejor. Otras, sin embargo, no tienen base científica. Lo importante es entender que el buen sueño es fundamental para regenerar el cuerpo, incrementar las defensas, evitar enfermedades a largo plazo y, en definitiva, mejorar la calidad de vida”, señala la especialista de Clínica Somno.
Empecemos:
1. Tomar leche antes de dormir: Depende. Este alimento contiene un aminoácido (triptófano) que activa la producción de melatonina, hormona que ayuda a inducir el sueño en las noches, ayudándonos a acortar el inicio del sueño. Pese a ello, esto no funciona así en todas las personas y no tenemos la certeza de que tras beberla sentiremos somnolencia.
2. El sueño se puede recuperar: El sueño JAMÁS se recupera, pues los procesos que el cuerpo lleva a cabo mientras dormimos de noche, en la oscuridad, son irremplazables. Además, la deuda de sueño se acumula noche tras noche, ocasionando efectos negativos en el ánimo, en la presión arterial e incluso en la capacidad para percibir y relacionarnos con el ambiente. De tal manera que, dormir entre 3 y 4 horas los días de la semana y dormir 10 horas el fin de semana, no hace bien al organismo. Lo óptimo es establecer una rutina sana de sueño con horarios y duraciones regulares.
3. El sobrepeso tiene directa relación con los ronquidos: Es correcto.En las personas con sobrepeso u obesidad, los tejidos de la laringe y faringe están más estrechos e infiltrados por tejido graso, lo cual favorece el ronquido.
4. Hacer deporte cansa el cuerpo y da sueño: No hay dudas de los múltiples efectos positivos del deporte, sin embargo, depende del momento en que lo realizamos pues es recomendable hacerlo durante la mañana o la tarde y no durante la noche, pues aumenta los niveles de adrenalina y la temperatura corporal, que finalmente dificultan la conciliación del sueño.
5. Los adultos y adultos mayores necesitan dormir menos horas: Mito. Si bien las personas mayores tienden a presentar un sueño fragmentado como el de los niños pequeños, esto no significa que tengan una menor necesidad de dormir. Muchas veces la disminución de sueño se debe a episodios de insomnio o pesadillas frecuentes. La recomendación es dormir entre 6 y 7 horas diarias y, si se presentan dificultades que impidan esa cantidad, es necesario acudir a un especialista.
6. La pantalla del celular, antes de dormir, afecta el inicio del sueño: Totalmente cierto. La luz de pantallas como televisores y celulares confunden nuestro sistema de sincronización con la luz solar, alterando así nuestra secreción de melatonina, que es una hormona inductora del sueño.
7. El alcohol ayuda a dormir mejor: Es cierto que el alcohol provoca somnolencia, sin embargo, acorta la cantidad de sueño generando una mala calidad del mismo. Además, al consumir alcohol los músculos de la garganta, la úvula y la lengua se relajan y pierden fuerza, obstruyéndose la vía aérea e impidiendo una correcta respiración, lo que puede generar ronquidos. También aumenta la predisposición al reflujo gástrico y a activar apneas del sueño, las que traen consigo problemas cardiovasculares y respiratorios más graves.
8. Si duermes siesta, no podrás dormir de noche: La siesta es recomendable si estamos demasiado cansados, pero es importante tener claro que su duración no debe ser superior a 30 minutos. Por lo mismo esta aseveración dependerá si se sobrepasa el límite de tiempos, pues de ser así efectivamente nos costará conciliar el sueño al llegar la noche.
9. Comer pesado en la noche dificulta dormir bien: Verdad. Durante el sueño los procesos digestivos se enlentecen, dificultando la iniciación y profundización del sueño. Por ello es recomendable no comer alimentos pesados ni picantes durante la noche e idealmente procurar que la última comida que se ingiera sea por lo menos dos horas antes de irse a la cama.